Muchas marcas están viendo la venta en Marketplaces como una forma de generar negocio, incluso las se han creado para ser comercializadas únicamente en Internet (hasta 400 según un informe de eMarketer), lo están evaluando. Sin embargo existen dudas a la hora de adoptar este modelo por miedo a ser ahogadas por la potencia del Marketplace. Sin embargo, hay maneras de adoptar los mercados en línea de una forma que no es sólo reflexiva e intencional, sino también exitosa.

Los miedos fundamentales que atenazan a las marcas son los de perder la relación con el cliente, y la pérdida de datos valiosos sobre la interacción del cliente con el producto y con la marca en sí misma. Como con cualquier otra decisión, hay riesgos cuando se modifican los métodos de interacción con el cliente, o incluso el modelo de venta.

Las grandes marcas son capaces de establecer relaciones fuertes y de confianza con sus clientes. Cuando terceras partes intervienen en la relación esta puede devaluarse, ya que el Marketplace aplica sus propias políticas de venta, pudiendo perjudicar la relación con los clientes, y desde luego empañando la percepción de marca.

Las marcas también se preocupan por los datos que pueden perder al asociarse con un Marketplace. Una marca correctamente gestionada tiene una retroalimentación directa desde el consumidor, a través de datos como:

  • El análisis de comportamiento en la tienda virtual o física
  • El análisis de las tendencias de compra casi en tiempo real. Lo que permite ajustar precios, publicidad y otras estrategias según sea necesario

A pesar de todo, los Marketplaces tienen mucho que ofrecer a las marcas especialmente en lo que se refiere al tráfico de clientes, la credibilidad, y la visibilidad de los productos en el mercado.

Los Marketplaces permiten a las marcas capitalizar una base de clientes, proporcionando una exposición cuasi inmediata a millones de consumidores que pueden aumentar su volumen de ventas. Amazon, por ejemplo, estima que unos 197 millones de personas visitan su Marketplace cada mes, lo que supone para cualquier marca un salto cuántico.

Con el tráfico añadido viene un aumento de la credibilidad. La confianza se extiende automáticamente hacia la marca debido a la credibilidad del Marketplace. En tanto en cuanto que su credibilidad viaja con la del Marketplace, observe con atención las noticias para elegir correctamente su compañero de viaje.

A pesar de las ventajas algunas marcas creen que pierden su imagen, historia, etc. pero hay formas de contrarrestar estas desventajas, por ejemplo: identificando los SKU que pueden funcionar mejor en un Marketplace que en su propia tienda y poniéndoles precios más bajos, las marcas pueden utilizar sitios como Amazon o eBay como herramientas de generación de clientes potenciales, lo que lleva a los consumidores, a su vez, a sus propias tiendas web y físicas para ver la línea o colección completa.

Las marcas también pueden crear perfiles o «tiendas» de gama alta con imágenes y magníficas descripciones, como hace la marca de colchones Purple en Amazon. Que consigue no solo aumentar la imagen de marca, sino que usa sus ofertas para aumentar el reconocimiento y la lealtad entre sus clientes, ya sean estos encontrados a través de sus tiendas físicas, tiendas de terceros, su propia tienda virtual, o su presencia en Marketplaces. Todo un ejemplo de omnicanalidad bien entendida.

Por último, las marcas pueden utilizar las reseñas que los clientes dejan en el Marketplace en su beneficio. La investigación muestra que el 84% de las personas confían en las opiniones de otros compradores tanto como en una recomendación personal. Por lo tanto, tener críticas sólidas y positivas no sólo puede impulsar las ventas en el Marketplace, sino que también mejora el tráfico hacia las tiendas de la marca.

Finalmente, aunque usted pueda tener dudas a la hora de incorporar un Marketplace en su estrategia de venta, no hay que temer el cambio, porque cuando se le aborda de la manera correcta, pueden convertirse en un canal de ventas rentable y exitoso incluso para la más pequeña marca.

La gran ventaja del pequeño comercio es su capacidad de llegar al consumidor con independencia de cuán alejado esté. El ejemplo más palmario lo encontramos en las pequeñas poblaciones, donde las diferencias culturales, los costes de transporte, la moda misma y otros factores son elementos impiden al consumidor acceder a las ventajas de la gran distribución.

Sin embargo, las grandes empresas, a pesar de sus inmensos recursos, no pueden cubrir la demanda tan específica que implica la venta en poblaciones pequeñas. Esta empresas sólo pueden abrir puntos de venta allí donde el volumen de clientes alcanza un valor crítico, el resto debe conformarse con Internet.

En la práctica todos los directores de marketing y ventas ven, en ocasiones con desesperación, cómo las características específicas de un grupo poblacional se les escapa, no pueden llegar a todos los posibles long-tails. Ellos son conscientes de que existe la posibilidad de expansión en esos nichos, pero no es sencillo llegar a ellos. Además, abrir una tienda implica inversiones importantes.

El pequeño retailer tiene el personal, la experiencia, el espacio comercial… lo tiene todo! Pero no es capaz de posicionar con la suficiente rapidez productos como para competir con la innovación continua que implican Internet y los grandes distribuidores.

Ofrecer a las marcas una parte de esos recursos da estabilidad al pequeño comercio. La marca ofrece al pequeño retailer una venta más regular, más oportunidades al poder cambiar continuamente los modelos a la venta, y en definitiva un formato de crecimiento con menos riesgo. 

Desde el punto de vista de la marca, el pequeño comerciante puede ofrecer además puntos de distribución que de otra forma no podría nunca tener. Esto permite a la marca acercarse a sus cliente, para tramitar pedidos: recoger, devolver y cambiar productos. Y lo más importante: un lugar dónde el cliente pueda probarse el producto, con la garantía de servició que ofrece la experiencia del comerciante.

La colaboración entre el pequeño comercio, pegado al consumidor, y la marca es una oportunidad para ambos. Es una oportunidad para el desarrollo del sector y para el impulso de la economía en general.

Hasta hace bien poco al empresario medio del calzado o del textil no le importaba para nada el embalaje con el que se enviaban los artículos al cliente final, si se usaba una bolsa o una caja, el color del sobre, o cualquier otro detalle insignificante como la documentación que debe acompañar a cada envío.

Tradicionalmente, la interacción con el cliente se dejaba en manos del repartidor de la empresa de transporte. ¿Resultado? Los productos llegan tarde, dañados, nadie le preguntaba al cliente la mejor hora para llevarle algo a su casa, etc. ¿Así se gana uno la satisfacción del cliente?

Es más, en los almacenes centrales a nadie le ha hecho falta gestionar la organización del propio almacén, las hojas de ruta, los sistemas de etiquetado orientados al cliente.

Hasta hace poco, absolutamente nada era importante en la logística… hasta hace poco.

Las empresas hoy deben ser puntuales y rápidas en sus entregas, eficaces en su gestión de almacén, buscando siempre minimizar los tiempos de preparación. Hoy incluso el embalaje es objeto de estudio por parte del cliente, de ahí la necesidad de usar sistemas sostenibles.

Cuando es el comprador el que tiene el control, la logística se convierte en un factor esencial, estratégico dentro de la empresa, que aporta valor y que crea diferencias con la competencia.

Desde la irrupción de Internet, el retail se ha dado cuenta de que una buena operación logística requiere innovación, de un estudio constante de las necesidades del cliente que aporte mejoras continuas que nos aseguren que nuestra empresa gana en eficiencia y competitividad.

Lo más importante para los clientes actuales, y de ahí buena parte de la enorme aceptación de la venta por Internet, es su tiempo. A nadie le sobra tiempo. Debemos poner el cliente en el centro de nuestras operaciones logísticas, haciendo los cambios necesarios para asegurarnos de que nuestro cliente es atendido en el tiempo y con la forma acordada.

La logística no puede fallarle a nuestro cliente, o el cliente nos fallará a nosotros.